El tráfico de especies se ha ido abriendo paso poco a poco en nuestra sociedad y el resto del mundo, como un negocio portador de grandes beneficios, de hecho se sitúa en tercer lugar después del tráfico de drogas y de armas.
Cuando hablamos de tráfico de especies, no sólo hay que tener en cuenta el tráfico de fauna, ya que la flora tiene también cierto interés y empieza a cobrar importancia.
Poniendo cifras sobre la mesa, se calcula que este negocio mueve aproximadamente 4.000 millones de dólares al año.
Dejando a un lado los aspectos económicos, comencemos a hablar de los más perjudicados en este tema, los propios animales. Los animales preferidos para este lucrativo negocio son las serpientes, los felinos, los loros, los caimanes y las tortugas, sin entrar en las preferencias sobre flora.Contrario es el caso de los animales domésticos (perros, gatos, conejos, caballos, cerdos, cabras, vacas) que se han adaptado tanto a vivir con los humanos, que ya dependen de nosotros para sobrevivir, pues todos los días les damos su comida, les damos cariño, y los atendemos cuando necesitan cuidados médicos especiales. Además, nosotros también dependemos de ellos porque nos suministran alimentos y además, compañía. Sin embargo, muchas personas todavía insisten en tener animales silvestres como mascotas en sus casas. Por considerarlos “raros”, “bonitos”, “diferentes” o “exóticos” ignorando por completo el daño que se le hace a la especie y al ecosistema en que esta habitad
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